Los casinos ilegales, en línea o físicos, no pagan impuestos o pagan menos de lo que deberían, facilitando el lavado de activos y la indefensión frente al juego infantil y la ludopatía.

Señor Director:

 

En una carta publicada ayer en su diario, representantes de las plataformas de juego online afirman que su actividad no es ilegal, sino meramente desregulada. Sin embargo, los juegos de azar y apuestas en Chile están prohibidos desde 1812, son un delito penado por el Código Penal desde 1874 y requieren de ley especial que los autorice. No hay dos lecturas posibles: el juego en línea es contrario a la ley chilena y, por ello, es ilegal y un delito. Lo han dicho la Superintendencia de Casinos, el ejecutivo en los proyectos de ley y los parlamentarios.

 

Los casinos de la ley 19.995 han sido motor de crecimiento para las regiones en las que operan. Han construido infraestructura turística, creado empleos formales y levantado escenarios para espectáculos artísticos, culturales y deportivos. Además del IVA y el impuesto a la renta, pagan un impuesto específico de 20% que va directamente a los municipios y gobiernos regionales para financiar proyectos sociales.

 

Los casinos ilegales, en línea o físicos, igual que otras actividades que incumplen la ley, no pagan impuestos o pagan menos de lo que deberían, facilitan el lavado de activos y no protegen a sus usuarios del juego infantil y la ludopatía. Sostener que se debe tolerar una actividad porque paga impuesto es como aceptar el narcotráfico si da boleta o permitir carreras clandestinas en autopistas si pagan TAG.

 

Hoy existen querellas presentadas contra los casinos en línea en investigación. Si hay un problema con estas es, precisamente, porque estas empresas no existen en Chile, no pagan impuestos, no tienen dueños, no son responsables. Urge una legislación que regule y genere una cancha de juego pareja, que permita la competencia leal y minimice los riesgos que hoy vemos rampantes con el auge de los casinos ilegales.